La historia de las represas de Santa Cruz y el financiamiento de China ha sido una saga de altibajos políticos y económicos. La construcción inició en 2013 bajo el gobierno de Cristina Kirchner. Luego, enfrentó una pausa significativa durante la presidencia de Mauricio Macri. Aunque el proyecto se reactivó bajo el mandato de Alberto Fernández, el ritmo fue lento y el financiamiento apenas suficiente para mantenerlo a flote.
La retirada de la empresa china
El actual gobierno de Javier Milei ha llevado la situación a un punto crítico. Sus declaraciones hostiles hacia China y gestos diplomáticos hacia Taiwán, han provocado una tensión geopolítica de gran magnitud. La empresa china Gezhouba, encargada de la construcción de las represas, ha decidido abandonar el proyecto y retirar a su personal del país. Esta retirada de la empresa socia de la UTE local ha culminado con la paralización total de las obras y el despido de 1800 trabajadores.
Las tensiones se intensificaron tras una reunión desfavorable entre representantes de las empresas involucradas y Enarsa, donde se concluyó que el gobierno había suspendido las negociaciones de alto nivel. La estrategia del gobierno libertario parece ser la de detener el progreso mediante tácticas dilatorias, una postura que no ha pasado desapercibida para China.

Los intereses políticos de fondo
Xi Jinping, frente a esta situación, posee una carta poderosa: el incumplimiento del contrato de las represas está vinculado a un swap pendiente de pago y al proyecto de modernización del Belgrano Cargas, ambos financiados por China. La ejecución de estos créditos vinculados podría llevar a Argentina a enfrentar una deuda de millones de dólares.
“El posicionamiento geopolítico de Milei se agrava a los ojos de China ante la posibilidad que Donald Trump recupere la presidencia de Estados Unidos. Su alineamiento total con el republicano no es un tema menor para Xi Jinping”, explica un diplomático
A diferencia del gobierno de Fernández, el presidente Milei prefiere afianzar los vínculos diplomáticos con los representantes del republicanismo en Estados Unidos, como Donald Trump. Este escenario plantea un desafío sin precedentes para la política exterior argentina y su economía, en un momento donde la diplomacia y la prudencia son necesarias.


