En una movida que descolocó al mercado y al panorama político, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos concretó un swap de monedas por USD 20.000 millones con el Banco Central argentino y realizó compras directas de pesos argentinos en el mercado local. Esta intervención, rara fuera de crisis severas, llega acompañada de una voluntad declarada de sostener la hoja de ruta del Gobierno de Milei. Estos anuncios fueron confirmados luego de intensas reuniones entre el ministro Luis Caputo y representantes de Washington.
Para impulsarlo, el estratega republicano Barry Bennett, vinculado a la Casa Blanca, viajó a Buenos Aires y se reunió con Caputo y otros funcionarios. Se encargó de pulir una agenda simbólica y técnica que se plasmaría en instrumentos financieros concretos. Bennett reconoció que el swap del Tesoro estaba “comprometido” y enfatizó que el anuncio departamental actuaría como una señal política antes del encuentro entre Milei y Trump.
Implicancias económicas, críticas internas y efecto inmediato
El impacto en los mercados no se hizo esperar: los activos argentinos experimentaron un rebote inmediato tras el anuncio, al disiparse temores de liquidez y crisis cambiaria. Además, el paquete de EE.UU. generó un aliento simbólico potente para el Gobierno nacional. Sin embargo, no todas las reacciones fueron positivas: sectores del Partido Demócrata y productores agrícolas en EE.UU. critican lo que llaman un “rescate” injusto bajo la política de “America First”. También hay legisladores que plantean limitaciones o auditorías al paquete financiero otorgado.
Del lado argentino, la oposición aprovechará la ocasión para cuestionar la soberanía y la dependencia, mientras el oficialismo busca mostrarlo como voto de confianza externo hacia la continuidad del modelo económico promercado. En los próximos días será esencial traducir el apoyo diplomático en reformas creíbles, nuevas líneas de financiamiento y medidas que apunten a estabilizar variables estructurales.
Un respaldo de alto voltaje con riesgos calculados
El elemento más relevante es que Estados Unidos no solo respalda con palabras, sino con medidas financieras de impacto real: intervención cambiaria, swap de 20.000 millones y compras de moneda local. Eso implica un viraje en la relación bilateral y un aval expreso a la gestión macroeconómica argentina.
Este anuncio no es un gesto simbólico más: es un respaldo estructural que refuerza la narrativa presidencial, amaina el nerviosismo financiero y condiciona la agenda económica local. Pero también abre interrogantes sobre dependencia, condiciones ocultas y tensiones internas en el Capitolio. En definitiva: EE.UU. no hizo una promesa formal, sino una apuesta concreta por la Argentina de Milei —y lo que se juegue de aquí en adelante definirá si esa apuesta fue visionaria o riesgosa.


