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La devaluada promesa de Manuela Castañeira

Manuela devaluada
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En abril pasado, la precandidata a presidente del Nuevo MAS prometió un salario mínimo de 500 mil pesos. Hoy vale un 25 por ciento menos respecto al dólar paralelo.

La precandidata a presidenta por el Nuevo MAS, Manuela Castañeira, sorprendió en abril pasado al proponer que el salario mínimo, vital y móvil debía ser de 500 mil pesos, como una medida de soberanía y justicia social. Según la dirigente de izquierda, esta cifra era necesaria para cubrir la canasta básica de una familia tipo y para impulsar el consumo interno, evitando la fuga de capitales y la especulación financiera. Una promesa devaluada.

Sin embargo, a cuatro meses de aquella declaración, la propuesta de Castañeira parece haber quedado desactualizada por la inflación galopante que azota al país. Según los últimos datos del INDEC, el índice de precios al consumidor acumuló un alza del 50,7% en el primer semestre del año, y se espera que supere el 140% anual. Esto significa que el poder adquisitivo del salario mínimo se ha deteriorado considerablemente, y que los 500 mil pesos que parecían una cifra elevada en abril, hoy equivalen a unos 375 mil pesos en términos reales.

Además, la promesa de Castañeira enfrenta otros desafíos para su implementación. Por un lado, el impacto fiscal que tendría duplicar el salario promedio de los trabajadores, que hoy ronda los 220 mil pesos. Según estimaciones de la consultora EcoGo, llevar el salario mínimo a 500 mil pesos implicaría un aumento del gasto público del 2,5% del PBI, lo que generaría un mayor déficit fiscal y presión sobre el tipo de cambio.

La inflación, rival de los asalariados

Por otro lado, el efecto inflacionario que tendría una suba tan abrupta del ingreso de los trabajadores. Si bien Castañeira sostiene que se puede controlar los precios mediante medidas como poner retenciones a las exportaciones agropecuarias, intervenir las cadenas supermercadistas y penalizar la fuga de divisas, muchos economistas advierten que estas medidas serían insuficientes o contraproducentes. Por ejemplo, Andrés Borenstein, director de Econviews, señaló que aumentar el salario mínimo a 500 mil pesos provocaría una espiral inflacionaria por el exceso de demanda y la escasez de oferta.

En conclusión, la propuesta de Castañeira de un salario mínimo de 500 mil pesos parece ser más una expresión de deseos que una política económica factible. Si bien es cierto que los trabajadores argentinos han sufrido una pérdida sistemática de su poder adquisitivo por la inflación y la devaluación, también es cierto que no hay margen fiscal ni monetario para financiar un aumento salarial tan elevado sin generar más problemas. Quizás lo más sensato sería buscar otras alternativas para mejorar la distribución del ingreso y reactivar la economía, sin caer en promesas irrealizables o populistas.

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