Aunque la cosmeticorexia aún no se clasifica oficialmente como un trastorno, los expertos advierten sobre sus efectos nocivos en la salud mental y la autoestima de quienes la padecen. Caracterizado por una obsesión por la apariencia física y la búsqueda compulsiva de la perfección, la cual está estrechamente relacionado con el uso excesivo de productos cosméticos y la presión social y cultural.
La trampa de la belleza: ¿Qué es y como estar atento siendo adulto?
Los especialistas advierten sobre sus graves consecuencias para la salud mental y el bienestar general. Según psicólogos, las niñas que sufren de cosmeticorexia suelen estar insatisfechas con su apariencia y buscan constantemente corregir cualquier imperfección percibida mediante tratamientos cosméticos de belleza. La influencia de las redes sociales, los medios de comunicación y la publicidad promueven una imagen idealizada del cuerpo, lo que contribuye a alimentar la obsesión por la belleza entre las niñas. Además, la presión para obtener me gustas y comentarios, en las redes sociales, basados en la apariencia física puede generar una dependencia hacia estos comportamientos perjudiciales.
La tendencia de las niñas a utilizar productos de cuidado facial y maquillaje inapropiados para su edad ha generado preocupación entre psicólogos, pediatras, dermatólogos y maestros. Los videos en redes sociales que muestran a niñas aplicando cosméticos como adultas y los cumpleaños con temática «spa» son señales alarmantes de la influencia de la cosmeticorexia en la infancia. Los adultos juegan un papel crucial en la prevención. Es fundamental ofrecer contención, sostén y estimular la autoestima de las niñas, además de educar sobre los riesgos del uso excesivo de productos cosméticos. Asimismo, es importante fomentar hábitos saludables y promover una imagen corporal positiva que no esté basada únicamente en la apariencia física.
Una llamada a proteger la infancia
La cosmeticorexia es como un susurro inquietante que ha capturado la atención de muchos. Impulsada por las implacables demandas de las redes sociales y los estándares de belleza utópicos, esta tendencia preocupante clama por una respuesta empática y compasiva. Es crucial que los adultos se unan a esta causa, reconociendo la necesidad urgente de crear un entorno de aceptación donde cada niña sea valorada por su esencia, y no por su apariencia. Es hora de sembrar semillas de confianza y bienestar emocional en la infancia, protegiendo el derecho de los niños a ser simplemente eso: niños. En lugar de obsesionarse con la imagen y la aprobación externa, debemos fomentar un ambiente donde la verdadera belleza provenga del amor propio y la autenticidad.


