Paka Paka no funcionó

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En tiempos donde la tecnología le ha quitado a los medios tradicionales la administración exclusiva de la intermediación, haber instalado al canal infantil como un espacio de adoctrinamiento fue, al menos, innecesario.

En el último tramo de la campaña, Ramiro Marra, candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por el espacio libertario que lidera Javier Milei, retomó una vieja polémica sobre el rol del canal infantil en la educación de los jóvenes.

Más allá de cualquier percepción personal sobre este espacio en la Televisión Pública, Paka Paka siempre tuvo una orientación afín a las banderas del kirchnerismo, corriente que gobernó la Argentina en 16 de los últimos 20 años. 

Este canal comenzó en 2007 y tuvo como personaje destacado a Zamba, un niño con edad escolar que asistía a diferentes clases de historia argentina y latinoamericana con una tendencia ideológica clara. Ya en aquel momento, desde diferentes sectores de la oposición, se criticó el adoctrinamiento en sus cortos audiovisuales. Cuestión que, sorpresiva como innecesariamente, volvió a instalar Marra en la opinión pública.

A pesar de salir por la televisión abierta, y tener miles de reproducciones en las diferentes redes sociales, la generación que se crió con Paka Paka mostró otras ideas al momento de elegir en las PASO de agosto 2023. El kirchnerismo quedó lejos de atrapar a los menores de 25 años, esos que fueron el 60 por ciento de los votos que recibió Javier Milei. 

Quienes tienen entre 16 y 25, es decir aquellos que nacieron entre 1998 y 2007, y que poco saben de la crisis de 2001 y que no vivieron la dictadura cívico militar iniciada en 1976 -justamente las causas que fueron bandera de los K- hoy terminaron siendo el motor del espacio libertario.

¿Por qué este fenómeno? En primer lugar porque los jóvenes siempre fueron rebeldes y mantienen ideales opuestos al orden establecido, que justamente en las últimas dos décadas fue de carácter progresista. La derecha ocupó ese lugar de rebeldía, arrebatándoselo a la izquierda, quedando hoy en una mínima expresión en las urnas e incluso en las redes sociales, la plaza pública romana o las calles de los años 60, 70 y 80. Hoy la derecha es quien cuestiona el orden establecido, mientras que una parte de la izquierda lo acompaña, hay otra que, cuando no es gobierno, la cuestiona pero con un discurso agotado para este siglo. 

La irrupción de Internet, que contrajo un vértigo muy acelerado en materia de comunicación, situación inédita en la historia de la humanidad, es otro de los factores que ha servido a la rebeldía juvenil. Porque los jóvenes, incluso hasta los que tienen menos recursos, también se conectan a Internet. La navegan, se informan libremente, recorren virtualmente el mundo, se transforman en autodidactas digitales y hasta se animan a emprender. 

A través de Internet pueden observar cualquier lugar y disfrutar de las bonanzas de otros rincones del planeta, pero no logran materializarlo por la situación socioeconómica de su propio país. Desde la imposibilidad de viajar por los altos impuestos que el gobierno estableció o hasta de consumir tecnología de vanguardia, materia muy atrasada en estos pagos. El “Estado presente” para los jóvenes es para la clase política, ese club de privilegiados que Javier Milei los calificó como “casta” y que con tanta precisión compró la juventud que los sigue. El caso de Martín Insaurralde es la perfección para graficarlo.

Este voto no es un castigo desde el enojo solamente, sino una concepción de cómo los jóvenes ven al Estado, la clase política y los medios de comunicación. En este ámbito existe un fuerte contraste con la conducta de la juventud libertaria. Los Sub 25 no consumen directamente los medios tradicionales, llegan a ellos a través de otras plataformas, más interactivas. Las usan, incluso, para ridiculizar a la casta como a sus servidores, periodistas convertidos en voceros, a quienes se los acusa de vivir de la pauta publicitaria. 

Hace poco, antes de su conocida internación, Jorge Lanata tildó a los votantes de Milei de “boludos que nunca leyeron una mierda”. Hoy pareciera que se lee menos que antes, pero la información a este sector llega de otra manera, con un lenguaje diferente, a las palmas de sus manos sin intermediarios. Son ellos los que procesan su propia formación de opinión. Porque además, la agenda no les ofrece temas de su interés. 

La prensa, en general, ha olvidado que ya no tienen la administración exclusiva de la intermediación. Hoy el consumidor también es «fuente y periodista» a la vez, pudiendo saltar los espacios que hoy necesitan cada vez más de la publicidad oficial para subsistir, ya que el modelo de negocio cambió con la irrupción de Internet, siendo el fenómeno más disruptivo en materia de comunicación.

Paka Paka no gravita en un contexto de 130% de inflación anual, dólar a 800 pesos y una pobreza del 40% en todo el país. Más aún, cuando la información fluye más rápido que la luz, y sus receptores, manejan otros mecanismos que la clase política, en su gran mayoría, no logró percibir a tiempo. Y quizás se los lleve puesto. 

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