Policía de la moral

Preocupación internacional ante las nuevas restricciones talibanas en Afganistán

Afganistán
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Entre las normativas más impactantes se encuentran la obligación de que las mujeres oculten su voz y rostro en público.

El reciente conjunto de leyes aprobado por el gobierno talibán en Afganistán ha generado una ola de preocupación y críticas a nivel internacional. Estas normativas, que según el Talibán buscan «promover la virtud y eliminar el vicio», incluyen restricciones extremadamente severas sobre la vida pública. Especialmente para las mujeres, quienes no podrán hablar en voz alta ni mostrar sus rostros fuera de sus casas. La comunidad internacional ha calificado estas medidas como alarmantes y retrógradas. El temor es que socaven aún más los derechos humanos en un país ya devastado por décadas de conflicto.

Ministerio de Moralidad

El líder supremo de Afganistán, Haibatullah Akhundzada, ha ratificado estas leyes, lo que subraya la gravedad de la situación. Entre las normativas más impactantes se encuentran la obligación de que las mujeres oculten su voz y rostro en público. Así como también, la autorización para que la policía de la moral, los mohtasabeen, interfiera en la vida diaria de los ciudadanos. Estos agentes podrá actuar sobre cuestiones tan personales como la forma de vestir, el comportamiento público y hasta los hábitos alimenticios.

El Ministerio de Moralidad se conoce formalmente como el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio. Ha asegurado que estas leyes se aplicarán sin excepción en todo el país, justificándolas como una interpretación estricta de la sharia o ley islámica. Sin embargo, esta imposición rígida de normas religiosas ha sido criticada por líderes internacionales. Advierten sobre el potencial daño que podrían causar a la sociedad afgana, especialmente en un contexto de crisis humanitaria y económica.

¿Qué implican las restricciones?

Según la BBC, algunas de las disposiciones de la normativa son las siguientes: la voz de una mujer no debe escucharse en público; tampoco se debe escuchar a las mujeres cantar o leer en voz alta, ni siquiera desde el interior de sus casas; la ropa de las mujeres no debe ser fina, corta o ajustada; las mujeres deben ocultar su cuerpo y rostro de los hombres con los que no están casadas ni tienen parentesco de sangre; los hombres tienen prohibido mirar el cuerpo y el rostro de las mujeres, y lo mismo se aplica a las mujeres adultas sobre el cuerpo de los hombres.

Las restricciones son extremadamente rígidas sobre las mujeres. Sin embargo, los hombres también están sujetos a nuevas normativas que regulan desde su vestimenta hasta la longitud de sus barbas. La policía de la moral tiene ahora el poder de intervenir en la vida cotidiana de los afganos, asegurándose de que cumplan con estas estrictas reglas. Esta intensificación del control sobre la población ha generado temores de que Afganistán esté retrocediendo a un régimen de represión similar al que existía durante el primer gobierno talibán en la década de 1990.

La implementación de estas leyes ha sido dispar en distintas regiones del país, siendo más estricta en áreas rurales que en la capital, Kabul. A pesar de esto, el Ministerio de Moralidad ha indicado que están trabajando en un marco para garantizar una aplicación más uniforme de estas normativas en todo Afganistán. Esto sugiere que el control talibán sobre la vida pública podría intensificarse aún más en los próximos meses, exacerbando las tensiones sociales y políticas.

El mundo observa con preocupación

Las voces de preocupación no se han hecho esperar. Un alto funcionario de la ONU, cuya identidad no ha sido revelada, expresó que estas leyes ofrecen «una visión de futuro preocupante para Afganistán». La imposición de estas normas va en contra de las libertades individuales y los derechos básicos. Lo cual podría aislar aún más al país en la escena internacional y agravar la ya frágil situación interna.

Roza Otunbayeva, jefa de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán, criticó duramente estas medidas. Afirmó que el pueblo afgano «merece mucho más» que vivir bajo un régimen de miedo y represión. Sus declaraciones reflejan la preocupación generalizada de la comunidad internacional ante lo que muchos consideran una grave violación de los derechos humanos en el país.

La situación en Afganistán sigue siendo extremadamente volátil, con un gobierno que parece decidido a imponer su visión teocrática a toda costa. Mientras tanto, la población, especialmente las mujeres, enfrenta un futuro incierto y lleno de restricciones. La comunidad internacional observa con inquietud, consciente de que las decisiones tomadas hoy en Kabul podrían tener repercusiones duraderas para la estabilidad y el bienestar del país.

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