Putin es el tonto más peligroso del mundo, como lo ha calificado el periodista Thomas Friedman, porque actúa movido por un nacionalismo exacerbado y una nostalgia imperialista que lo llevan a desafiar a Occidente y a poner en riesgo la estabilidad global.
Putin no tiene escrúpulos a la hora de usar la fuerza militar para imponer sus intereses geopolíticos. Ya lo hizo en 2008 cuando invadió Georgia y se anexionó las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia. Lo repitió en 2014 cuando se apoderó de Crimea y apoyó a los rebeldes prorrusos en el este de Ucrania. Y ahora ha vuelto a la carga con una ofensiva masiva que busca someter al gobierno ucraniano y controlar todo su territorio.
Putin no respeta la soberanía ni la integridad territorial de Ucrania, un país que considera parte de su esfera de influencia y que no tolera que aspire a integrarse a la Unión Europea y a la OTAN. Tampoco le importan las consecuencias humanitarias de su agresión, que ha causado miles de muertos, heridos y desplazados, además de graves daños materiales e infraestructurales.
Putín no tolera que Ucrania quiera integrarse a la Unión Europea y a la OTAN. Tampoco le importan las consecuencias humanitarias
Putin tampoco se inmuta ante las sanciones económicas y diplomáticas que le han impuesto Estados Unidos y sus aliados europeos por su comportamiento belicista. Al contrario, las usa como excusa para alimentar su retórica antoccidental y para presentarse como el defensor de los valores tradicionales frente a la decadencia moral de Occidente.
Putin es un líder autoritario que reprime a sus opositores políticos, a los medios de comunicación independientes y a la sociedad civil. No respeta la democracia ni el estado de derecho. Ha modificado la constitución para perpetuarse en el poder hasta 2036. Ha encarcelado al líder opositor Alexei Navalny y ha perseguido a sus seguidores. Ha silenciado o asesinado a periodistas y activistas críticos con su régimen.
Putin es un peligro para la paz mundial porque no tiene límites ni frenos. Su objetivo es restaurar el prestigio y el poderío de Rusia como una gran potencia mundial, aunque sea a costa de violar el orden internacional y de provocar una nueva guerra fría. Su lógica es la del conflicto permanente, la confrontación ideológica y la competencia estratégica.
Putin es un líder autoritario que reprime a sus opositores políticos, a los medios de comunicación independientes y a la sociedad civil. No respeta la democracia ni el estado de derecho
Por eso, es necesario que la comunidad internacional se mantenga firme y unida frente a las provocaciones de Putin. Es necesario que se apoye al gobierno legítimo de Ucrania y se le brinde asistencia militar, económica y humanitaria. Es necesario que se aumente la presión sobre Rusia con más sanciones y medidas de aislamiento. Y es necesario que se busque una solución diplomática al conflicto, basada en el respeto al derecho internacional y a los acuerdos previos.
Putin debe entender que su guerra contra Ucrania no le traerá ningún beneficio, sino todo lo contrario. Que su agresión tendrá un alto costo político, económico y social para él y para su país. Que su aventura militar no le dará más legitimidad ni popularidad interna, sino que generará más rechazo y resistencia externa. Y que su sueño imperialista no se hará realidad, sino que se convertirá en una pesadilla.