Un inicio cargado de nervios y expectativas
María Eugenia “La China” Suárez reveló que la chispa con Mauro Icardi comenzó no en Buenos Aires, sino en un hotel de París, cuando ambos aún no parecían estar preparados para las repercusiones. Según contó, él le envió el mensaje que cambió todo: “esa boquita”, en un momento en el que ella admitió sentirse “bajo tierra”.
“El primer encuentro fue en una habitación linda. Yo estaba muy nerviosa porque una cosa es hablar por WhatsApp… Llegué yo primero”, confesó Suárez ante la conducción de Moria Casán.
El look, los nervios y el impacto de verlo en persona
La actriz relató que eligió ir “muy simple”: sin maquillaje, zapatillas, pantalón ancho negro y remera blanca. “Dije ‘bueno, si no le gusto así, ya está’”, comentó. Al verlo llegar, se le “aflojaron las piernas”: “No sabía que era tan alto… me impactó”.
Un beso que aceleró todo y la pausa que siguió
Suárez admitió que Icardi le robó un beso apenas lo vio. “Arrancó fuerte”, reconoció. Pero también aclaró que esa noche no fue lo que muchos imaginaron desde afuera: “Fue más romántica que pasional”, le dijo a la conductora. Después de ese encuentro, comentó que “no hablamos durante tres años”.
El trasfondo emocional y la aprobación familiar
La China admitió que llegó a ese momento en un estado emocional delicado: “Estaba en una relación en la que no me sentía deseada, no me sentía amada… ya estaba muy desgastada”. Además, adelantó que al principio su madre, Marcela Riveiro, no estaba convencida de ese vínculo con Icardi, lo que suma una capa más a la historia personal que decidió contar.
Reacción mediática y pantallazos que siguen generando ruido
El revuelo mediático no tardó: mientras la entrevista generaba expectativa, se conocían datos de que Wanda Nara —ex esposa de Icardi— se encontraba trabajando intensamente en otro programa, lejos de seguir de cerca el diálogo al que Suárez se sometía.
Así, la historia de amor se mezcla con el escándalo, la exposición pública y el manejo del relato.
¿Qué busca contar Suárez?
Más allá de la anécdota romántica, lo que Suárez parece estar reclamando es legitimación: contar su versión, humanizar el inicio de una relación que fue objeto de titulares sensacionalistas y mostrar que para ella fue un momento sincero, cargado de vulnerabilidad y emoción.
La apuesta es hacia la transparencia y la narración de un “cómo empezó”, antes de que los intereses mediáticos definieran el “qué pasó”.


