Adicción digital

Lo que revelan estas fotos sobre nuestra adicción al celular y no queremos ver

daño celular
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Una serie de fotos dejó en evidencia una verdad incómoda: la adicción al celular nos está robando la presencia, la mirada y hasta la salud mental.

¿Alguna vez estuviste rodeado de gente y sentiste un vacío enorme? La escena ya es cotidiana: amigos en una mesa, parejas en la cama, familias en un living… todos con la mirada fija en una pantalla. Cuerpos presentes, mentes ausentes.

El fotógrafo Eric Pickersgill lo hizo simple: borró los celulares de las manos en sus retratos. El resultado es brutal. Personas mirando sus palmas vacías, como si abrazaran aire. Lo que queda es un paisaje de ausencias, de soledades compartidas.

Más que fotos: un espejo social

No se trata de tecnología. Se trata de lo que estamos perdiendo. Conversaciones interrumpidas. Vínculos debilitados. Un “scroll” eterno que nos roba horas de sueño, salud mental y hasta autoestima. Expertos en antropología advierten que esta hiperconexión está rediseñando nuestra forma de relacionarnos. ¿O de aislarnos?

La OMS ya habla de adicción digital. Ansiedad, depresión, insomnio, problemas de atención: todos creciendo al ritmo de las notificaciones. ¿Estamos entregando nuestra salud mental a cambio de likes?

Lo que la ciencia confirma

Diversos expertos en psicología y psiquiatría han alertado sobre el impacto devastador del uso excesivo del celular:

  • La psicóloga clínica Lisa Merlo describe pacientes que fingen estar en una llamada o manipulando apps solo para evitar contacto visual o interacción social real.
  • La académica Sherry Turkle habla de la “co-presencia continua”: estamos en múltiples realidades digitales al mismo tiempo, pero no en la del cuerpo y el otro.
  • Revisiones sistemáticas muestran que el uso intensivo del teléfono inteligente se asocia con depresión, ansiedad, aislamiento social, autoestima baja, y en adolescentes un notable aumento de síntomas psiquiátricos

La pregunta incómoda

El celular prometió acercarnos. Pero, ¿qué tal si nos está dejando solos? Pickersgill no solo quitó dispositivos en sus fotos. Quitó la excusa. Lo que quedó fue un silencio incómodo. Y un espejo en el que no queremos mirarnos.

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