Después de su primer encuentro oficial con el Gobierno, la Confederación General del Trabajo (CGT) definió una movilización para el 1 de mayo al Monumento al Trabajo y fijó para el 9 de mayo el segundo paro general contra la gestión de Javier Milei.
En la previa a la reunión de consejo directivo había ganado fuerza la idea de condicionar la huelga hasta esperar una reacción del oficialismo en lo relativo a la homologación de las paritarias y a conocer la letra chica del proyecto de reforma laboral. Sin embargo, se impuso la presión de los sindicatos más duros, por lo que el triunvirato de mando, a cargo de Héctor Daer, Pablo Moyano y Carlos Acuña, avalaron la medida para evitar una ruptura en la central obrera peronista.
De acuerdo al tono de los discursos en la comisión directiva cegetista, se impuso por mayoría la idea de activar la segunda huelga contra el Gobierno. La primera había sido el 24 de enero, que consistió en un paro de 12 horas con movilización a tan solo 45 días de la llegada de Milei a la Casa Rosada. En la CGT tenía mayor consenso la postura de “los Gordos” (grandes gremios de servicios) y del sector de los autodenominados “independientes” [Uocra y los estatales de AySA y UPCN] de postergar la huelga y coordinar solo un acto por el Día del Trabajador como demostración de fuerza. Cuando se convocó al consejo directivo, la semana pasada, la CGT no tenía prevista la reunión de ayer con el Gobierno, en la que los funcionarios de Milei se comprometieron a consensuar con los gremios una reforma laboral light y a homologar las paritarias pendientes, entre ellas, la de los camioneros de Hugo Moyano.
Motivos del segundo paro general a Milei
La decisión de avanzar con el llamado a un paro con casi un mes de antelación choca con la estrategia inicial de esperar el desenlace de ley de Bases en el Congreso y la posibilidad de un fallo de la Corte Suprema sobre la validez del capítulo laboral del Decreto de Necesidad y Urgencia 70/23.
Pablo Moyano, que fue relegado por su padre de la negociación salarial de los camioneros y también de la reunión de ayer con el Gobierno, fue uno de los más enérgicos en fijar la fecha de otra medida de fuerza. Se sumaron también los gremios docentes, muy molestos por los recortes que dispuso el Gobierno y que ya tuvo impacto en los salarios de los maestros.
La cúpula de la CGT valoró el primer intercambio con el Gobierno y mantiene la amenaza de paro a pesar de haber abierto el diálogo. La confrontación, de todos modos, queda condicionada a que se resuelvan las homologaciones de las paritarias (la de Moyano está próxima y resta la de la UTA, que es más compleja por los subsidios estatales) y a conocer la letra chica del proyecto de reforma laboral. “Para el paro falta casi un mes, todavía puede pasar cualquier cosa”, dijo un jerárquico de la CGT.
Expectativas desde el Gobierno
De todos modos, en la CGT son escépticos de que la negociación que se abrió con el Gobierno llegue a buen puerto. También le ven poca influencia al ministro del Interior, Guillermo Francos, uno de los funcionarios que promovió el encuentro de ayer y con quien la CGT habló sobre reforma laboral, paritarias y el DNU.
“Si el proyecto de reforma laboral es el que tiene la UCR en el Senado, hasta los senadores de Unión por la Patria lo apoyarían”, arriesgó otro dirigente de la central obrera ante la consulta de LA NACION. Se trata de la iniciativa de Eduardo Vischi, que plantea tres ejes: un fondo de cese laboral a cambio de las indemnizaciones en las actividades que deseen acordarlo entre las partes; reducción de las multas y en la obligatoriedad de los aportes de la seguridad social de los trabajadores, y extender de tres a seis meses el período de prueba antes del primer contrato. Una señal no tan diferente a la que había planteado Cristina Kirchner en febrero, cuando en un extenso mensaje, esbozó una seria de reformas que jamás impulsó, como una “actualización laboral”, como ella lo denominó.


