En enero de 2006, el gobierno de Néstor Kirchner decidió cancelar por completo la deuda con el Fondo Monetario Internacional. La operación alcanzó los 9.800 millones de dólares y se presentó como un paso clave hacia el desendeudamiento.
Con esa medida, Argentina buscó recuperar autonomía en la definición de su política económica. El pago anticipado permitió eliminar los condicionamientos del FMI, aunque redujo las reservas internacionales del Banco Central.
Pocos meses después, el país recurrió a nuevos mecanismos de financiamiento. Entre 2005 y 2008, el Tesoro emitió bonos que fueron adquiridos por Venezuela, en el marco de acuerdos bilaterales con el gobierno de Hugo Chávez. Estas operaciones se realizaron con tasas de interés elevadas, que en algunos casos superaron el 11% anual en dólares.

Kirchner y un anuncio histórico hace 19 años.
Tasas más altas y nuevo riesgo país
Mientras el FMI cobraba alrededor del 5,5% anual, los bonos colocados en Venezuela implicaban tasas del doble o más. Esa diferencia reflejaba el mayor riesgo que los mercados atribuían a la economía argentina tras la salida del Fondo.
El endeudamiento con Venezuela permitió cubrir necesidades fiscales a corto plazo, pero no representó un alivio financiero. Las condiciones impuestas en esos préstamos aumentaron el costo total del financiamiento y mantuvieron la percepción de inestabilidad ante los inversores internacionales.
La política de financiamiento externo se complementó con una fuerte expansión del gasto público y del crédito interno. Aunque Argentina logró sostener el crecimiento durante varios años, la falta de acceso a mercados globales limitó la posibilidad de bajar el riesgo país en ese período.
Ahorro por la baja del riesgo futuro
Con el paso del tiempo, la reducción del riesgo país y la recuperación de la confianza internacional generaron efectos positivos sobre las cuentas públicas. Una caída de 100 puntos en el índice de riesgo puede traducirse en un ahorro de entre 700 y 900 millones de dólares anuales en intereses, según cálculos del mercado.
Esa mejora reduce el costo de financiamiento para el Estado y también para las empresas privadas que buscan crédito externo. En términos acumulados, una baja sostenida del riesgo futuro permitiría a la Argentina ahorrar varios miles de millones de dólares en la próxima década.
La experiencia de 2006 dejó una enseñanza clave: cancelar deuda no siempre garantiza un costo financiero menor si luego se emiten bonos a tasas más altas. En cambio, la estabilidad macroeconómica y la previsibilidad en las políticas públicas son las variables que realmente influyen sobre el riesgo país y determinan cuánto gana el país en el largo plazo.


