El domingo 8 de junio de 2025, Misiones votó para renovar la mitad de su Cámara de Representantes y el Frente Renovador ponía mucho en la mesa. Veinte de las cuarenta bancas estaban en juego. El oficialismo, fuerza dominante desde 2003 encabezada por Carlos Rovira, llegaba con 11 escaños en disputa y una larga tradición de mayoría propia.
Con el 98,9% de las mesas escrutadas, el Frente Renovador obtuvo solo el 28,6% de los votos válidos en todo Misiones. El dato marca un retroceso contundente: es su peor resultado desde la fundación del espacio. Traducido en bancas, el oficialismo apenas logró ingresar seis diputados, lejos de los doce obtenidos en sus mejores años.
La comparación histórica dimensiona el golpe. En 2005 y 2009 había alcanzado el 44% y 46% respectivamente, logrando 12 escaños. En 2013 cayó al 34,1% y 9 bancas, que hasta ahora era su peor marca. En 2017 y 2021 logró recuperarse. Pero en 2025, incluso con una oposición fragmentada en 12 listas, no logró capitalizar esa división.
El dato político más relevante es que, por primera vez, el Frente Renovador queda sin mayoría propia y deberá negociar alianzas para sostener la gobernabilidad legislativa. La dispersión opositora ya no alcanza para explicar el resultado: la caída de votos y escaños refleja un desgaste profundo del modelo rovirista.
Aunque los líderes del espacio reconocieron los números sin confrontación, el mensaje es evidente: el Frente Renovador ya no domina desde la hegemonía, sino desde la necesidad. En Misiones, el derrumbe electoral abre un nuevo escenario donde el poder se redefine. El derrumbe del oficialismo pone a prueba su capacidad para adaptarse al nuevo mapa político.


