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Martín Llaryora busca inversiones en Corea del Sur para consolidar su modelo político

Llaryora
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Mientras el PJ cordobés organiza el armado electoral, la vieja guardia schiarettista dice: “El que fue papa no está para ser obispo”.

El gobernador Martín Llaryora ha dado un paso crucial en su carrera política al encarar una etapa de promoción internacional del “modelo Córdoba”. Ante el sector empresarial de Corea del Sur, Llaryora presentó ejemplos concretos de seguridad jurídica y económica, así como su plan para impulsar la economía del conocimiento y el turismo. Sin embargo, lo más llamativo fue su desmarque del gobierno de Javier Milei, marcando distancias sin entrar en confrontación directa.

No obstante, esta primera incursión internacional también revela un giro pragmático. Para el cordobesismo, la gestión será la herramienta clave para convencer a un electorado históricamente refractario. Siguiendo el ejemplo de líderes anteriores, como José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, Llaryora cede espacios de poder real al radicalismo y al Pro, buscando consolidar un modelo de poder transversal.

Aspiraciones nacionales

El sueño presidencial de Llaryora, alimentado desde sus inicios en la política en su San Francisco natal, se vislumbra a través de dos gestiones consecutivas. Su objetivo: abrir las fronteras de un bastión que hasta ahora ha operado en “modo isla” con respecto al concierto nacional. En este frente, Schiaretti trabaja activamente con Hacemos por Argentina, que tiene presencia formal en más de cinco distritos.

La senda de la gestión se presenta como la única vía asequible para Llaryora. Mientras tanto, Schiaretti, con las manos libres, se enfoca en armar una alternativa amplia y de centro para 2027. El año 2025 aún está por verse, pero queda claro que Schiaretti no se expondrá antes de tiempo, especialmente en un contexto donde las figuras que han tenido una trayectoria política tan extensa son definidas como casta.

La sombra de Schiaretti

El llaryorismo, ansioso por consolidar su posición, ha lanzado un temprano operativo clamor para que el cordobés, con sus ocho puntos nacionales y buena imagen, encabece la boleta para Diputados. Sin embargo, la vieja guardia schiarettista cita un refrán: “El que fue papa no está para ser obispo”. Lo cual saca a la luz ciertas diferencias dentro del PJ cordobés. El interrogante que surge es cómo negociaran el acomodo del tablero político para las elecciones.

En las tertulias peronistas, se debate sobre la candidatura de Luis Juez como diputado de la oposición el próximo año. La incógnita sigue siendo cómo jugará Milei y quiénes serán sus alianzas estratégicas. La exposición de Schiaretti estará atada a factores controlados. Por su parte, Llaryora deberá esforzarse para reconfigurar el mapa político provincial en el poroteo electoral de medio término.

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