Opinión

Milei les ganó a todos

Milei
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El flamante presidente logró quedarse con la batalla cultural, triunfando ante la vieja política, los medios, la campaña del miedo y hasta la Iglesia. Ahora, se viene otro torneo.

A vísperas del título en la Copa del Mundo 2022, se viene otro acontecimiento relevante para el país. Javier Milei será presidente de la Argentina. Un outsider que venció todo tipos de obstáculos para llegar al sillón de Rivadavia. Haciendo una analogía con el equipo de Lionel Scaloni, podemos decir que el libertario ganó las eliminatorias de punta a punta. Ahora, se viene el mundial, en el que enfrentará nuevos desafíos. Más complejos.

Lo hecho hasta acá por Milei fue extraordinario. Sin estructura partidaria ni recursos económicos y flameando la bandera más bastardeada -la libertaria- por el kirchnerismo durante 20 años, se plantó ante el status quo, ese que bautizó como la «casta». Surgió desde las cámaras de televisión, hablando solo. Gritando, sí. Discutiendo y hasta insultando a quienes se oponían a sus ideas. Con «los datos en la mano», como siempre le gustó resaltar, empezó a convencer a la masa descontenta que generaron los diferentes gobiernos. Sobre todo este último, el del saliente Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa.

Sus ideas, que convencieron en el último balotaje al casi 56% de los votantes, lograron ganar la batalla cultural. Hubo varios adversarios que debió sortear. A todos les ganó. Pero aún deberá seguir jugando, en la etapa más difícil: la de gestionar ante una nueva/vieja oposición que ya avisó que estará alerta y movilizada.

¿A quién se comió el león?

Primer triunfo, la batalla cultural

Después de la crisis de 2001, la década de los 90s pasó a ser la etapa oscura de la historia contemporánea argentina. Denigrada por el kirchnerismo y gran parte del progresismo, estos años que tuvo a Carlos Menem como figura sobresaliente, fue el primer rescate de Milei. El libertario resaltó nombres prohibidos como el del propio Menem y Domingo Cavallo. Explicó la necesidad de recuperar la estabilidad (el éxito de los 90s) y empezar a tener de aliado al sector privado sin depender tanto del Estado. El concepto gustó.

Los jóvenes no serán más corderos

Milei dijo que quería leones, que venía a despertarlos. Los jóvenes, quienes pocos recuerdan el estallido de 2001 y muy lejos quedaron del Proceso de Reorganización Nacional (los dos caballitos de batalla del kirchnerismo), se convirtieron en rebeldes. Y en este contexto, la rebeldía es de derecha. La izquierda pasó a ser parte del status quo, del Estado presente, de la comida y seguridad ausente. Jóvenes, de todas las clases sociales, vieron que el país no era lo que el relato les contaba. Internet, y la nueva forma de comunicarse en este siglo, les permitió tener otra concepción de los hechos. Milei fue quien mejor leyó esta situación y así le quitó el voto joven al kirchnerismo, que creyó que «con los pibes para la liberación» de La Cámpora y los dedos en V iban a convencer a las nuevas generaciones. Ni Paka a Paka los salvó.

A la vieja política, sea peronista o radical

«Milei no saca ni el 3%», decían antes de las intermedias de 2021 desde los sectores más rancios de la política. Sacó casi 15 puntos, fue tercero y logró dos bancas en diputados. Primer aviso a las viejas estructuras, la que gana las calles, la de la militancia, en la unidad básica o el comité. Esta advertencia no fue tomada en serio. Incluso insistieron en el ninguneo. «Es una moda, un encanto de los jóvenes», decían. Ni siquiera tomaron nota de los triunfos de Donald Trump en EE.UU. o Jair Bolsonaro en Brasil, los outsiders que llegaron a las presidencias de sus respectivos países. Sin pauta publicitaria, con leones que coparon las redes sociales de manera orgánica, y el carisma propio de Milei, los liberales ganaron las elecciones y gobernarán el país, que no será ni peronista ni radical hasta 2027.

Campaña del miedo

Después de ganar las PASO, Milei sufrió diferentes operaciones y un sinfín de ataques por parte de sus opositores. Se ha dicho que era un incestuoso, nazi, que iba a aumentar el transporte en un 300 por ciento, que iba a ir por los niños para vender sus órganos, entre otras cuestiones. Desde los medios, también. Milei, sin pauta, mantuvo su discurso y campaña orgánica en redes sociales. Incluso, siempre resaltó que debía realizar un fuerte ajuste, que en debía pagar la política. No pudieron encontrarle ningún muerto en el placard. La acusación más dura de Sergio Massa en el debate fue por una pasantía que no le renovaron en el Banco Central, hace más de veinte años. Toda la campaña del miedo que el kirchnerismo largó en su contra, lo terminó catapultando a la presidencia.

Hasta la Iglesia salió en su contra

Más allá de las críticas que Milei enumeró contra el Papa Francisco, la Iglesia como institución jamás tuvo un rol tan partidario como en la elección pasada. Los curas villeros llamaron a votar en contra del libertario de forma explícita. Es más, hubo uno, Paco Olveira, que avisó que no brindará ningún plato de comida para aquellos que hayan votado por Milei. A ese punto llegaron, hasta negarle una ayuda a una persona que lo necesite. Sólo por pensar diferente.

Se viene un mundial de cuatro años para Milei

Milei llegó a la presidencia venciendo a todos. Logró convertirse en el cambio y alcanzó una cifra récord para un economista que, hasta hace unos años, era un desconocido. Desde el 10 de diciembre, deberá construir un gobierno que pueda llevar adelante sus ideas que, en campaña, y ante quizás el peor gobierno de estos 40 años de democracia, sonaban más que bien.

Enfrente tendrá al sindicalismo. Los gremios, que han perdido credibilidad con sus trabajadores (no hubo ningún paro general contra Alberto Fernández, el único que jamás recibió uno) en un país que alcanzó una inflación anual de 140%, ya se mostraron en la vereda de enfrente. Igual que los piqueteros y las organizaciones sociales, afín al kirchnerismo, refugiado políticamente en la provincia de Buenos Aires con Axel Kicillof.

Por último, otro adversario será la gente, cansada y agotada en una era de ansiedad extrema. No es la misma sociedad que a principios de los 90s, cuando Menem sufrió una hiperinflación antes de lograr la estabilidad con el plan de convertibilidad. Además, el riojano tuvo un mandato de seis años, contra cuatro que tendrá Milei. Sus medidas deberán ser efectivas, al igual que la comunicación para que el pueblo comprenda el estado actual de la Argentina, el de «no hay plata».

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