El sindicalismo, en su principio fundacional, es una herramienta útil para los trabajadores. Pero cuando su misión se desvía y se alimenta de otros vicios ajenos a la representación y defensa de sus afiliados, cualquier medida de acción que tome será ineficiente. Y esto es lo que viene sucediendo en la Argentina en los últimos años con los compañeros.
Hoy la Confederación General del Trabajo perdió representatividad por varios factores. El principal está claro: traicionaron a sus propios compañeros. ¿Sino por qué no surgen alternativas de conducción sindical de forma democrática para terminar con cargos que son más eternos que los de un Papa? ¡Hay liderazgos gremiales de hace casi medio siglo en la Argentina!
Los millonarios «representantes» de los trabajadores, desesperados justamente por trabajar para poder llegar a fin de mes en un país inmerso en una crisis histórica, originada en gran parte por un sistema laboral atrasado, con una ley de hace 50 años que parece imposible mejorar por la constante negación de la casta sindical.
Mientras tanto, los compañeros sufren por un régimen de otra época, de un mundo sin internet, en el que no existía la televisión a color, en el que apenas había teléfonos de línea, la gente se comunicaba por cartas que se escribían en máquinas de escribir y las fotografías se guardaban en un rollo que había que revelar con productos químicos. El mundo, parece, algo cambió. Salvo para quienes quieren mantenerse en su zona de confort a costa de los trabajadores que aportan un porcentaje de su salario obligadamente. ¿O cuántos compañeros creen que voluntariamente aportarían a los actuales gremios?
Hoy hay 10 millones de empleos registrados, de los cuales 3.5 millones son públicos y ayer fueron obligados a parar. Pero la gran mayoría se movió para cumplir con sus obligaciones, a pesar de la gran reducción del transporte. Hasta algunos lo hicieron caminando, sin importar las distancias. Los comercios abrieron. Incluso hasta hubo bancos que atendieron con personal reducido. Los monotributistas y autónomos también trabajaron. Mucha gente, sobre todo post pandemia, trabaja remoto. Si no puede ir a una oficina, lo hará desde su casa. Año 2024, compañeros. Denle un poco de F5 a su vida.
Porque tampoco sirve la herramienta que utilizan de protesta. El paro general, también está quedando obsoleto. Fastidia, molesta, genera rechazo verlos. Córranse, desde hace tiempo la ciudadanía quiere trabajar, vivir segura y que el dinero le alcance. Todo lo contrario a lo que la CGT logró en los últimos años. No representan a los trabajadores, sólo a sus intereses. Las gente no les cree. Por algo un outsider ganó ampliamente las elecciones, porque consideraron que ustedes, entre otros, no son la solución, sino el problema.
Es ingenuo pensar que «no la ven». La recontra ven. Saben que peligra su status quo y que justamente la gran mayoría de los compañeros no les tiene confianza. ¿O cuántos compañeros viven en casa lujosas, se mueven con custodia, manejan autos de alta gama, compran medios de comunicación, caballos, Iphone 15 Pro o presiden clubes de fútbol? Sólo unos pocos compañeros.