En un giro político inesperado, Sergio Massa ha retomado el control de AUBASA, la empresa estatal que administra las rutas clave de Buenos Aires. Este cambio sorpresivo se produce solo dos meses después de que Juan Guillermo Sauro, ligado al ministro de Infraestructura, fuera nombrado presidente de la entidad. Gabriel Katopodis responde políticamente al gobernador Axel Kicillof, lo que provoca un “tira y afloje” entre dirigentes del peronismo.
Las decisiones de Katopodis
La decisión marca un punto de inflexión en la tensa relación entre Massa y el gobernador Axel Kicillof. Los conflictos habían alcanzado un punto crítico con la exclusión de Malena Galmarini del paquete de empresas del Grupo Bapro. La designación de Sauro por parte de Katopodis parecía consolidar una nueva dirección para AUBASA, alejada de la influencia de Massa.
Sin embargo, las críticas a la gestión de Katopodis y Sauro por la demora en importantes licitaciones, como la de la bajada de la avenida 520, han resonado en los pasillos del poder. Durante un acto reciente en La Plata, fue el propio Katopodis quien presentó a Kicillof y Arteaga, señalando posibles cambios en el horizonte.
Tensiones con los massistas
Fuentes cercanas al Frente Renovador sostienen que el vínculo entre Kicillof y Massa nunca se rompió, manteniendo un diálogo constante y encuentros personales, incluso en momentos de tensión política. La reciente reunión en las oficinas de Massa parece respaldar esta versión.
La asamblea de AUBASA, prevista para la primera semana de junio, promete ser un escenario de reconfiguración política. Se espera que José Arteaga asuma la presidencia, con Walter Abarca como vicepresidente y Pablo Ceriani, ex-presidente de Aerolíneas Argentinas, como gerente general.
Ceriani, conocido por su gestión en Aerolíneas Argentinas y su rol en las negociaciones con el sindicato de trabajadores de peajes liderado por Facundo Moyano, enfrenta el desafío de dirigir una empresa con problemas económicos recientes. El conflicto laboral de 2022, que apuntaba a Ricardo Lissalde, aliado de Massa, pone de manifiesto las complejas dinámicas políticas y económicas que Ceriani deberá navegar en su nuevo cargo.