Política energética nacional

El sistema energético necesita de un Estado presente

GPNK energético
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La semana pasada el sistema energético entró en crisis. Se anunció una emergencia energética producto de que el gobierno no planificó la compra de gas para sortear las vicisitudes del invierno.

A esto se sumó la interrupción a las obras públicas y que en materia de transporte energético, hubiesen beneficiado al país con mayor seguridad y soberanía energética, como también el manejo del déficit por costos a la importación de hidrocarburos.

Como se ha vuelto costumbre en los pocos meses que lleva este gobierno, el Estado se está reduciendo al mínimo posible y es un ente observador que al llegar la crisis entra al juego de manera improvisada a regular y poner todo en “orden” a último momento. Si bien, esto se puede ver anecdótico en redes sociales o medios, es un problema que puede generar crisis profundas en el sistema energético que no lograrán resolverse en el corto o mediano plazo. El sistema energético es la columna vertebral del funcionamiento de un país y necesita de un Estado presente, de planeamiento y regulación efectiva.

Entre no querer manejar el Estado y la urgencia del abastecimiento.

La administración anterior demoró en activar la construcción del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK). El atraso de las obras dejó sin terminar las plantas compresoras de gas que hubiesen duplicado los volúmenes diarios transportables desde Vaca Muerta. Y además, faltó culminar la reversión del Gasoducto Norte para llevar gas a la provincias del norte del país. Faltaron detalles, pero hubo planificación, contratación y ejecución de obras estratégicas, que algunas quedaron avanzadas y prontas a terminarse para este invierno.

Ante esta situación la continuidad de las obras se traspasaron a la administración siguiente y como en cualquier política de Estado, uno esperaría que la ejecución de las obras con semejante relevancia estratégica a nivel nacional, continuaran. Pero no fue así. El gobierno decidió frenar todas las obras públicas del país, y anunciar que la segunda etapa del GPNK la construirían los privados (anuncio de cuál aún no se sabe nada).

Además de no querer continuar con las obras de los gasoductos, el gobierno instruyó a ENARSA sólo a comprar una primera tanda de 10 buques de GNL, con sólo 2 buques para Mayo; contra los 29 que estaban previstos para cubrir el invierno. Esto generó que la semana pasada debido a las bajas temperaturas hubiesen faltantes físicos de gas, teniendo que salir ENARSA a importar de urgencia. Además, CAMMESA también se vio afectada y tuvo que salir a comprar rápidamente combustibles alternativos para abastecer a las centrales; forzando un estrés en el sistema que necesitó una compra urgente de un barco adquirido por Brasil.

En síntesis la no planificación en conjunto con una respuesta improvisada a la crisis generó: falta de abastecimiento, cortes de gas en la industria y algunos sectores productivos, y un gasto de 500 millones de USD por mala gestión de compras, aumentando la demanda de dólares por importaciones energéticas casi un 20%. Por último, la compra de un buque de GNL a Brasil, implicó un sobrecosto por comprar en spot; y el dato de color de esto es que la operación de compra se vio trunca y tuvo que intervenir toda la estructura estatal y poner en ejecución la integración regional energética para que Brasil aceptara la operación.

Planeamiento y política energética nacional.

La política energética necesita de planeamiento. A corto, mediano y largo plazo. En materia de corto plazo, sabemos que durante el invierno, Argentina requiere consumir mucho mas gas que en los valles de temperatura, por lo tanto todos los años es muy importante planificar antes de que comiencen las bajas temperaturas. Entre el 50% y el 60% de la electricidad se genera en plantas térmicas, por lo que requiere de una inyección constante de gas para abastecer las usinas, ya sea gas local, gas importado (vía Bolivia), o GNL importado regasificado (vía Escobar).

Es una buena noticia que todos los años cada vez sea mayor la producción de gas a nivel nacional, pero esta no alcanza para acortar la brecha de consumo estacional durante el invierno, por esto, todos los años se hace una mesa de compra de gas y los gobiernos suelen adelantarse los primeros meses del año para asegurar el abastecimiento como también un precio razonable de esa compra.

A mediano plazo, la planificación y ejecución de la construcción de obra pública es básico para poder transportar la energía, hacer mas eficiente su transporte como también facilitar su ingreso al país cuando es importada. Esto se ve reflejado en la construcción de gasoductos, plantas compresoras, puertos para la recepción del hidrocarburo importado entre otros. El país avanzó fuertemente en esto los últimos años, y proyectaba tener algunas de esas obras terminadas durante este año. Es más, el término de la segunda etapa del GPNK iba a permitir reducir significativamente los volúmenes importados durante el invierno.

Por último, a largo plazo, es necesario tener un “Plan” que haga eco de la política energética nacional. Debe existir una hoja de ruta clara de todas las políticas públicas que deben ser implementadas para que esa estrategia se concrete y al mismo tiempo debe actualizarse según los requerimientos del país.

En el caso del gas natural, desde el 2008 que se ha intentado establecer esta política nacional para estimular la producción a nivel nacional (Programa GasPlus) y contar con infraestructura para la importación, como lo fue la planta regasificadora de gas en Bahía Blanca construida ese mismo año. Se continúa con esta política durante el año 2013 (Plan gas 1 y 2), luego se recupera YPF y actúa la comisión de inversión de hidrocarburos. El año 2017 el gobierno de Macri lleva adelante un nuevo programa de estímulo para la producción en Vaca Muerta (RES 46). La última versión para estimular la producción se realizó el año 2020 llamada Plan Gas.ar 2020-2024 la cual se prorrogó por el gobierno anterior hasta el año 2028.

A nivel internacional, tenemos una tradición del conosur sumamente valiosa que es la integración energético-regional. Esto implica tener mecanismos que surgen de tratados binacionales para compartir energía a través de diferentes modalidades: cómo gaseoductos, hidroeléctricas que comparten territorio como es el caso de nuestro país con Paraguay o el intercambio y, que a veces no tiene una valoración comercial. Estas relaciones deben mantenerse para asegurar ante cualquier crisis la cooperación y la seguridad intra y entre países mediante infraestructura compartida.

El gobierno no cumplió ninguna de las instancias de planificación. Todo lo contrario: su dogmatismo pretende retirar el Estado al máximo, pero esto genera un problema en el sistema, ya que el mismo necesita de la coordinación del Estado para funcionar. Cuando ocurre la crisis el gobierno debe salir a ocupar el Estado y buscar soluciones pero lo hace a las corridas. Con la política energética nacional no se juega.

Por último, pensemos un momento este episodio extrapolado a otros subsistemas energéticos. Si las autoridades no pudieron gestionar el abastecimiento de gas (algo en lo que las autoridades no fallaron en ningún invierno de los últimos 40 años y con gran expertise en la política pública), ¿Qué va a ocurrir con las energías renovables y las no convencionales, de las que hasta ahora no tenemos ni noticias ni anuncios respecto a políticas específicas para su promoción? Pensar en una Transición Energética solo es posible si la política energética está ordenada y si el Estado, está presente.

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